Humildad y Resistencia
El arranque de Loving muestra un plano – contraplano de Richard y Mildred sentados en un porche. El silencio que comparten (y que estará presente a lo largo de todo el film) se ve interrumpido por las palabras de ella: “estoy embarazada”. Tras unos segundos de impasibilidad, se dibuja una sonrisa en el rostro de Joel Edgerton. Una sencilla reacción le sirve a Jeff Nichols para establecer el tono y la naturaleza de la película: la humildad como germen de resistencia y la esperanza como estilo de vida frente a un mundo hostil.
La historia de los Loving es una de esas batallas que se luchan por inevitables, cruzadas en las que ineludiblemente uno se ve envuelto sin ser consciente del hito histórico o social que supondrán. Basado en el documental The Loving Story de Nancy Buirski, Jeff Nichols se centra en el momento clave de la vida de este matrimonio con la humildad como cimiento. Con la mirada fija en ellos, la puesta en escena se construye desde la intimidad de sus personajes, por lo que toda contienda legal queda al margen. Esta huida de los lugares comunes propios de los films basados en hechos reales (ni juicios, ni discursos morales) hace de Loving un testimonio de vida y esperanza cuya fuerza narrativa se encuentra en la capacidad para retratar el amor de Richard y Mildred. En esa apuesta por la delicadeza como estilo formal, la cotidianidad se impone al desgaste y la sutileza matiza un relato donde las imágenes prevalecen sobre la palabra y los actos superan cualquier alegato judicial.
El impasse que fractura la quietud (con predeterminación y alevosía) sucede en mitad de la noche (¡cuánta belleza y cuanto misterio encierra la nocturnidad del universo Nichols!). Con la oscuridad como manto de cobardía, las leyes raciales irrumpen en el hogar de los Loving (la pérdida de poder de lo privado frente a lo público) para sentenciarlos a un destierro que los obliga a instalarse en la ciudad y abandonar sus raíces.
El entorno natural no es aquí una amenaza, al contrario que en anteriores trabajos del cineasta (Take Shelter a la cabeza). La naturaleza se convierte en zona de confort, de seguridad e incluso de autoafirmación, proporcionando una libertad en coherencia con la paz manifiesta que allí sienten sus personajes. Son las restricciones del mundo moderno las que llevan a sufrir el ataque de los constructos sociales cuyo alcance llega hasta la esencia misma del amor. Dolor, indefensión, frustración, soledad, cuanto más pequeños son los espacios (ese apartamento en el que acaban afincados) más intensas las emociones que se retratan. Desde la contención y la mirada como catalizador emocional, la fisicidad interpretativa de Joel Edgerton y Ruth Negga permite transmitir la vulnerabilidad en la que viven y la intranquilidad que les estigmatiza.
Nichols coloca al espectador al lado de los Loving. El respeto mutuo que se profesan es el contrapunto perfecto a las leyes imperantes y que operan a través del miedo. Sin dejar espacio al odio o a la hostilidad, la apuesta de Nichols de focalizar (y esencializar) la mirada en lo que verdaderamente importa, da como resultado unas imágenes cautivadoras por su verdad, donde las palabras se limitan hacer tangible lo que es visible: “dígale solo que quiero a mi mujer”.
Cristina Aparicio
Misión orphanik 
Hola Cristina,
Me ha resultado muy revelador tu enfoque sobre el tema de la naturaleza como cobijo. Creo que era uno de los ejes por ejemplo de “Mud” una película que me resulta fascinante por lo evocativa que es. “Loving” no es precisamente evocativa. Me resultó desesperadamente fría, torpe en algunos momentos. No entiendo por ejemplo, si escamotea de forma deliberada los pormenores del juicio por qué en cambio muestra la primera sesión (cuando no pasa nada absolutamente relevante en ella). Coincido contigo en que a Nichols lo que le interesa es ese testimonio de vida que mencionas, pero al tratar a los personajes como zompos no me llegan a transmitir ningún entusiasmo vital. Supongo que otro director y guionista, habría convertido a ese matrimonio corriente en unos personajes de película mucho más caracterizados. Es lo que pasa en “Figuras ocultas” por ejemplo, un basado en hechos reales absolutamente guionizado que convierte a tres personajes ordinarios en héroes americanos. Prefiero la fórmula de Nichols, sin duda, pero creo que “Loving” carece la voluntad narrativa y la ambición formal de sus otros trabajos.
Un saludo!
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Hola, Cristina y Francisco:
Veo que el blog está generando muchos debates entre vosotros y eso es tan bueno para el bog como indicativo de la buena salud que tenemos como grupo. No he visto la película y, por tato, no me puedo pisiconar, pero sí puedo decir que el exceente texto de Cristina me hace entender la singularidad de la película y me coloca en el adecuado contexto el sentido de las voces críticas que parecen reclamar otro tipo de aproximación al relato: tengo la impresión, quizá equivocada, que esas voces pedían un modelo de película más convencional. El contraejemplo que propone Francisco, “Figuras ocultas”, me parece a mí un modelo gastado y exento de todo interés -una operación que hemos visto ya demasiadas veces, aunque los referentes fueran otros- y, por tanto, acertado o no el resultado, la voluntad de Nichols de apartarse de esos modelos me parece un buen punto de partida.
Cristina. tu texto me parece impecable, pero, puestos a buscarle algo, te diré que hay expresiones que se convierten en cliché en un momento determinado y me provocan cierto rechazo cuando me topo con ellas: por ejemplo, “zona de confort”.
un abrazo,
jordi
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Querida Cristina, no he visto la película, pero desde luego me has dejado con unas ganas tremendas de acompañar a esta pareja en su historia de amor, me has “enamorado” de ellas, me encanta el estilo y la belleza de tu crítica y me resulta por tanto muy curiosa, e interesante, la distinta visión que ha hecho Francisco de la misma cinta, ya os contaré cuando la vea. Tampoco he visto “Figuras ocultas”, así que imposible comparar, pero vamos puestos a pedir, en este momento, me quedo con tu versión!
besos,
Pilar
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