El guardián invisible

El peso de la tradición

En los créditos finales de El guardián invisible la  música de Fernando Velázquez calla y sólo se escucha el rumor del río, el canto de los pájaros, la lluvia. En la llamada Trilogía del Baztán de Dolores Redondo, cuyo primer libro adapta esta película, la tierra, entendida como cuna de gentes y como naturaleza viva, es una protagonista más.

No son iguales los habitantes  de tierras de frío, bruma y largos inviernos que los de climas más benignos ni lo son las historias que se cuentan. El título hace referencia al Basajaun de la mitología vasco navarra, el Musgoso en la cántabra, el Busgosu en la astur: cuando los pastores oyen extraños murmullos, movimiento en las ramas, notas semiolvidadas, saben que es el Señor del Bosque que, oculto entre la niebla y los árboles, mantiene la paz en el bosque. Cuando en la orilla del río en un entorno idílico aparecen niñas asesinadas y el equilibrio se altera, las fuerzas racionales y las que escapan a la razón van a aliarse para restaurarlo.

La historia es una trama policial alrededor de una serie de crímenes en los que las víctimas son adolescentes. Tienen lugar en el valle de Baztán, en Navarra, un entorno cerrado donde todos se precian de conocerse pero todo el mundo puede ser sospechoso. Amaia Salazar, encargada de la investigación, es una inspectora formada en el FBI nacida y criada en la zona. Los crímenes son la punta del iceberg de algo más profundo y que viene de antiguo y sólo sacando a la luz sus propios fantasmas, Amaia podrá resolver lo que está ocurriendo y evitar que siga pasando. La trama criminal se entremezcla con la historia de su propia familia. Un matriarcado en el que la figura poderosa en la sombra es una madre que obliga a enfrentar un concepto incómodo: el amor materno incondicional se da siempre por supuesto,  el odio ni se plantea.

Que la trilogía llegara a las pantallas era sólo cuestión de tiempo visto su éxito. A la hora de trasladarla a la pantalla hay que señalar que los derechos cinematográficos los tenía Peter Nadermann, productor de Millenium, y Dolores Redondo se encargó de llevarle al valle de Baztán y convencerle de que ese era el entorno ideal para el rodaje. En palabras de la autora, la atmósfera opresiva es tan importante en la historia como la protagonista, Amaia Salazar. La lluvia constante y la oscuridad eran imprescindibles para darle ese aire que por momentos recordara a Seven (1995), El Cuervo(1994) u Obaba (2005).

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Con todo esto Fernando González Molina ha hecho una película eficaz como la novela. Virtud del director navarro es encontrar el clima idóneo para contar lo que tiene entre manos y lo hizo en sus anteriores películas: Fuga de Cerebros (2009),  Tres metros sobre el cielo (2010), Tengo ganas de ti  (2012), Palmeras en la nieve (2015). Es meritorio por ejemplo, que esa atmósfera agobiante que menciona Dolores Redondo se mantenga incluso en los planos generales por los que siente predilección. Él no escribe los guiones sino que adapta y es que, según dice, todos los lugares son legítimos para encontrar historias.

Autora y director han constituido  un tándem perfecto a la hora de poner en imágenes las palabras. Rodada en los espacios naturales, con director y elenco mayoritariamente de la zona, El guardián invisible película, en un curioso guiño propio de la misma historia, protege las raíces de las que nace mientras trata de situar algunos elementos que le confieran cierta  personalidad. El reparto es una de ellas.

Amaia Salazar es un personaje atractivo porque no es perfecta y por momentos puede resultar incluso antipática. Se equivoca, duda, comete errores. Busca pruebas, elabora informes,  pero escucha atentamente la lectura de cartas de su  tía Grasi y la primera vez que aparece la vemos cerrar los ojos y extender su mano con la palma hacia abajo sobre el cadáver: Amaia no cierra ninguna puerta, no todo está en lo que el ojo ve y el oído escucha y Marta Etura es la encarnación ideal de su fuerza y fragilidad, raciocinio e intuición.

Ocurre lo mismo con el resto del reparto. Junto a actores de largo recorrido como Elvira Mínguez, Pedro Casablanc o Francesc Orellá trabajan rostros menos conocidos pero competentes como Itziar Aizpuru, Carlos Librado o Benn Northover.

En cierto momento uno de los personajes dice que cuando todo te falla vuelves a la tradición y el elemento mágico es parte de la historia, en lo literario  y en la película. En el guión hay varios momentos en los que se hace referencia al Basajaun pero la espléndida fotografía de Flavio Martínez Labiano, colaborador de Jaume Collet Serra, y que también estuvo a cargo de la sombría Los Cronocrímenes, es perfecta para sugerir y finalmente dar entidad a la mítica figura en un controvertido plano final en el que el director decide jugársela.

Los envites arriesgados merecen al menos una mirada al motivo por el que se hacen: para quien esto escribe es más fácil de concebir la existencia de un sobrenatural guardián invisible con sentido de la justicia que la muerte de niños a manos de quienes deben protegerles. Si la realidad obliga a creer una cosa, no está mal que la ficción al menos obligue a creer otra.

Más allá de la calidad de novela y película la opinión de estas líneas es que ambas se equilibran. Es reseñable que una historia con un costumbrismo tan local y concreto haya trascendido. También lo es el cuidado con el que la película se apropia de detalles haciendo que en la pantalla cobren mayor significado: la lluvia pertinaz, el sonido de la txalaparta, el silbido del Basajaun, la mortaja de harina, unos zapatos rojos en la cuneta…

El guardián invisible no pretende mucho más que entretener y lo hace con dignidad: en los “productos” destinados a consumo masivo no suele abundar la identidad propia y aquí la hay.

 

One thought on “El guardián invisible

  1. Hola a todos,

    Antes que nada, disculpa mi prolongada ausencia en el apartado de comentarios del blog. Como sabéis, a partir de ahora la confección de Orphanik manda y todos estamos más enfrascados en la preparación de la revista y este blog iniciaré lentamente su entrada en el limbo. Por otra parte, a estas alturas del curso tengo la impresión de que lo tenemos casi todo aprendido: por lo menos, todos estáis familiarizados con mis claves e indicaciones y, por esto y por lo otro (lo de Orphanik), voy a intentar ser lo más sintético posible en este último sprint de comentarios, a no ser que haya algo en lo que sea preciso que nos detengamos con más calma.

    Ana, por lo que respecta a tu texto, nada que decir. Impecable, completo, justo y adecuado a la naturaleza de la película: un ejemplo de cómo los prejuicios asociados tradicionalmente a la crítica tradicional o el desconocimiento de las fuentes literarias en las que se sustenta este trabajo en cuestión no haría más que tergiversar y entorpecer la lectura de un trabajo audiovisual con unas funcionalidades y aspiraciones muy concretas dentro del panorama cinematográfico español. Ante una película así, por supuesto, no hay que ser buenista, pero tampoco subestimar el alcance del fenómeno Trilogía del Baztán.

    Sólo añadiría algunas comas en algunos puntos de este texto por lo demás redondo (perdón por la gracieta).

    un abrazo,
    jordi

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